¡Colombia también sabe llorar de alegría!

La participación de Colombia en los Juegos Olímpicos de Londres sentó un precedente. No, no nos olvidamos de los problemas, de la violencia y las tragedias diarias que vive nuestro país. Pero hoy ya no nos quedan dudas del heroísmo y la tenacidad de los colombianos, representados por unos cuantos que pusieron el alma, la vida y el corazón. 

Foto El Tiempo
Foto: El Tiempo

Tal vez ocho es un número insignificante para algunos. Pero las ocho medallas de Colombia en los Olímpicos simbólicamente son de oro, porque cada uno de los atletas lo dejó todo en sus respectivas competencias para demostrarle al mundo, y en parte a muchos de nosotros, que Colombia es un país en el que las alegrías pueden más que las tristezas, en el que es válido ser soñador por encima de las bombas, los atentados, la violencia, el narcotráfico, la corrupción, la injusticia y la interminable guerra, producto de la intolerancia y el desprecio por los otros.

Sin embargo, esas ocho medallas también son un “tirón de orejas”, de quienes con esfuerzo y sacrificio piden un mayor apoyo y demuestran que en efecto, el deporte lo merece.

¿Cómo es que no ocupa un lugar prioritario en la política pública de nuestro país? ¿Cuántos atletas se quedan sin participar por falta de recursos o patrocinio? Deporte no es sólo fútbol, y no estoy sugiriendo tampoco que se le retire el apoyo a esta práctica, pero creo que ha quedado más que demostrado que el deporte construye PAZ, una palabra que en Colombia sí que suena utópica.

¿Qué pasaría si los políticos, en lugar de responder a sus propios intereses, a su avaricia y a la corrupción, se interesaran por el bien común y le dieran más apoyo al deporte en el país? No me cabe la menor duda de que seríamos una potencia olímpica. Se puede, pero es cuestión de voluntad.

La voluntad que sí les sobra a nuestros medallistas, que siempre con una sonrisa nos hicieron vibrar con el oro, la plata y el bronce, que nos hicieron emocionar y creer en que hay otro camino, otra forma de construir paz, de construir país, sin importar los problemas.

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Y es que mientras otros lloraban por no poder conseguir el oro (claro, se entiende que todos lo quieren), los colombianos dieron una lección de humildad, porque fuera en primer, segundo o tercer lugar, nunca perdieron la alegría, la buena energía y el patriotismo. El oro SON ELLOS!

Con nombre y apellido, mil y mil GRACIAS a Mariana Pajón, Catherine Ibargüen, Óscar Figueroa, Rigoberto Urán, Carlos Mario Oquendo, Jackeline Rentería, Óscar Muñoz, Yuri Alvear y los demás deportistas por devolverle la esperanza a todo un país, por demostrarnos que sí se puede y que Colombia también sabe llorar de alegría.

¿Acaso ustedes no lloraron?

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